En el mes de julio del año 1783 la Virgen de la Carrasca curó a un matrimonio que la invocó en la villa de Ibdes. Antonia Guajardo, esposa de Miguel Roy, enfermó de un tabardillo maligno. Todos la abandonaron para evitar el contagio; sólo su marido, que también estaba enfermo, la atendió fielmente. Una noche que tenía mucha fiebre se cayó por la escalera y se rompió el cráneo y un brazo. El licenciado Francisco Pasamón, sacerdote, les recomendó que se encomendaran a Nuestra Señora La Virgen de la Carrasca de Sisamón. Apenas le pidieron su curación con mucha devoción, comenzaron los dos a mejorar. Lograron la salud y vinieron a dar las gracias a la Virgen en su santuario.